lunes, marzo 07, 2022

Riqueza y diversidad culinaria caribeña, “muy profundas en el tiempo” según nuevo estudio

En el albor de la irrupción castellana en las Américas hace casi 530 años, una planta tropical y oriunda de la cuenca del Amazonas conocida como yuca o mandioca,
llamó particularmente la atención de los ibéricos en el Caribe isleño. Los Amerindios que en ese entonces habitaban lo que hoy se conoce como Islas Bahamas, Cuba y La Española (Haití y República Dominicana), confeccionaban de esta planta un pan de buena hechura, llamado por ellos casabe, que cocinaban sobre unos platos de barro grandes y planos. Esta tortilla, elaborada con la raíz tuberosa rallada de la yuca, rápidamente sirvió a los extranjeros para subsistir en esas tierras isleñas tan distintas de la Europa medieval. Producir sus principales plantas alimenticias, como el trigo, resultó en un fracaso agrícola en el Caribe. Tal y como apuntan varios historiadores del llamado Intercambio Colombino, el pan de casabe se convirtió en alimento clave para organizar y dirigir las primeras incursiones guerreras castellanas hacia el oeste, lo que finalmente desencadenó el colapso del imperio Amerindio más poderoso de todos los tiempos: el Mexica o Azteca. “Cientos de años después del inicio de la conquista europea, no fue difícil para los historiadores, antropólogos y arqueólogos en el Caribe otorgarle a la yuca el rol de alimento vegetal primario en todas las islas y durante cualquiera de los periodos de su extensa ocupación precolonial. Y esa simplificación “alimentaria” en el contexto de una región tan compleja como el Caribe isleño, fue el producto de nociones evidentemente sesgadas que finalmente ayudaron a entronizar grandes ambigüedades históricas sobre la historia culinaria del Caribe”, señala el doctor Jaime Pagán-Jiménez en declaraciones escritas, quien es investigador senior en paleoetnobotánica de Cultural Heritage and Plantscape Research (Países Bajos) y autor principal de un estudio sobre este tema recientemente publicado en Journal of Archaeological Research junto a su colega la doctora Hayley Mickleburgh, investigadora postdoctoral de la Universidad Linneo en Suecia. En el estudio (link o enlace de acceso al artículo publicado: https://rdcu.be/cF2Lg), los investigadores exploran y retan muchas de las nociones regionales y globales que se tienen acerca de la historia culinaria del Caribe.


¿Cómo los investigadores hicieron sus hallazgos y qué encontraron?

El estudio en el cual los investigadores efectuaron análisis de diminutos almidones antiguos recuperados del sarro dental humano, tomó en cuenta a 60 individuos de origen precolonial y colonial temprano que ocuparon 19 localidades arqueológicas en 11 islas caribeñas (Cuba, Española, Puerto Rico, San Tomás, San Martín, Saba, Guadalupe, Santa Lucia, San Vicente, Trinidad y Tobago, y Aruba). El análisis de los almidones antiguos producidos por distintas especies vegetales es un método de investigación innovador en la arqueología, pues hasta ahora es el único que puede revelar la identidad de muchas de aquellas plantas con órganos repletos de almidones que fueron consumidas, o literalmente llevadas a la boca, por los seres humanos del pasado. “Aunque la mayoría de los individuos estudiados son de origen precolonial, pudimos analizar también los almidones antiguos recuperados en individuos de la era colonial temprana de las islas de Cuba, Saint Martin y Saint Vincent, siendo algunos de éstos nacidos en África y, al menos uno, de origen Amerindio que vivió en una villa de indígenas Caribe o Kalinago entre los siglos 16 y 17. No obstante, tenemos que aclarar que el análisis de almidones puede revelar la identidad de una porción limitada de plantas consumidas en el pasado. Es decir, todas aquellas plantas consumidas que no poseen almidones en sus porciones comestibles pasan desapercibidas de este tipo de trabajo, aunque afortunadamente las porciones comestibles de las principales plantas alimenticias a través de la historia y en todo el mundo, son muy ricas en almidón como es el caso del arroz, la malanga y el plátano en el este y sureste asiático, los ñames y las legumbres en África occidental, el trigo y la cebada en Europa y Medio Oriente, la papa en los Andes sudamericanos y el maíz, los frijoles y los quenopodios en Centro y Norte América”, apunta la doctora Mickleburgh en declaraciones escritas. El estudio encontró que desde los individuos más antiguos hasta los más recientes, el maíz fue la planta alimenticia más sobresaliente en su dieta y en la identidad culinaria Amerindia a lo largo de toda la era precolonial, pero también durante los periodos coloniales tempranos de las Antillas Mayores y Menores. “Esto es importante, pues en el Caribe el maíz no solo ha sido consistentemente minimizado como recurso alimenticio por las historias oficiales regionales y globales. Al haber sido distorsionada o simplificada su historia profunda en las islas, los antropólogos y arqueólogos que trabajan con estos temas simplemente descansaron en la idea ya generalizada de que el casabe habría sido el principal alimento vegetal de esta región una vez que se establecieron y se expandieron las sociedades agrícolas precoloniales originarias del continente sudamericano”, añade Pagán-Jiménez. Pero el maíz tampoco fue el componente principal de la dieta vegetal precolonial caribeña, según lo establece el estudio. “La importancia cultural del maíz en las sociedades caribeñas es ahora insoslayable, aunque es algo que todavía estamos dilucidando, pues las evidencias señalan que otras plantas amiláceas –principalmente tubérculos, rizomas y semillas como la batata dulce, el marunguey, la yuquilla o arrowroot, la yuca o el frijol – aportaron más, todas ellas como conjunto, a la dieta. Lo interesante es que nuestro trabajo, al igual que otros estudios paleoetnobotánicos previos, han mostrado de manera consistente que el maíz fue el contribuyente vegetal individual que más aportó en diversas preparaciones culinarias vegetales, ya que sus rastros microscópicos se han recuperado en una diversidad impresionante de utensilios de cocina, de manera mucho más frecuente que el resto de plantas hasta ahora identificadas en muchos otros contextos arqueológicos antillanos. En nuestro estudio, se repite ese mismo patrón culinario”, aclaran Mickleburgh y Pagán-Jiménez. En la investigación publicada los restos microscópicos de la yuca sí fueron identificados, aunque no de manera tan significativa como el maíz y otras plantas alimenticias silvestres, como es el caso del marunguey, una especie vegetal de las cicadales utilizada históricamente como alimento amiláceo en diversas partes de América. Los hallazgos revelan una historia culinaria caribeña precolonial compleja que a todas luces dio pie a otras transformaciones que luego cambiarían el curso alimentario de la humanidad. Y es que no se puede olvidar que fue desde las islas del Caribe que se dispersaron al Viejo Mundo, por primera vez, plantas como el maíz, la yuca y el ají –identificadas todas en la investigación publicada– convirtiéndose así en fuentes alimenticias y en recursos culturales de gran envergadura en muchas regiones del planeta.


Los investigadores pudieron constatar que en las diversas islas los pueblos indígenas desarrollaron prácticas y preferencias culinarias vegetales divergentes, muy distinto a la supuesta homogeneidad culinaria oficialmente establecida en las historias regionales y globales sobre el Caribe. Las razones para tal variabilidad culinaria no han podido ser del todo clarificadas, aunque señala Mickleburgh: “creemos que todo el tiempo estuvieron operando e interactuando distintas identidades culturales y, por supuesto, en ese contexto los diversos grupos humanos elaboraron sus propias prácticas culinarias en función de sus preferencias, de sus entornos y de sus cambiantes sistemas de valores”. No obstante, el estudio muestra que casi siempre los mismos ítems vegetales fueron utilizados en las distintas islas. Sobre este particular, Pagán-Jiménez agrega: “esto es un claro indicio de que los diversos grupos humanos que habitaron las islas estuvieron en constante movimiento y, a la misma vez, interconectados como hemos podido apreciar desde otros ámbitos de la cultura material precolonial de las islas. Las similaridad de plantas utilizadas por diversos grupos refieren a conocimientos compartidos sobre ellas a través de la región, pero también a procesos de resignificación y valoración diferencial de ellas una vez fueron insertadas en la intimidad de la vida comunitaria de cada pueblo”.

Plantas amiláceas alimenticias consumidas por africanos esclavizados y amerindios

A la par con la conquista y la expansión del poder colonial en las Américas fueron arrancados del occidente de África millones de seres humanos para ser esclavizados y comercializados. Así se sostuvo la economía mercantilista de las potencias europeas que se apropiaron del Caribe. Al menos tres individuos nacidos en África occidental y otros más, de origen Amerindio o mixto relacionados ya con el sistema encomiendas español en Cuba, formaron parte del estudio, mostrando que una parte de sus dietas vegetales consistió en productos amiláceos utilizados en el Caribe desde hacía miles de años: frijolmaíz marunguey en el caso de los individuo de Cuba, y maíz yuca en el caso de los dos individuos de Saint Martin. “Los datos que obtuvimos para este periodo colonial son ciertamente alentadores y significativos. Desafortunadamente, el número de individuos de origen africano, o de origen mixto y Amerindio que pudimos incluir en el estudio fue muy bajo, así que no tuvimos la oportunidad de explorar en detalle, por ejemplo, la vertiente alimentaria y culinaria de nuestros ancestros que vilmente fueron arrancados de sus lugares de origen en África occidental”, advierte Pagán-Jiménez, quien es oriundo de la zona montañosa central de Puerto Rico. “Llevo poco más de dos décadas estudiando la paleoetnobotánica de nuestras sociedades amerindias precoloniales en las islas del Caribe y Sudamérica. Siempre he querido poner mis habilidades y sensibilidad como investigador nativo al servicio de las nuevas historias caribeñas que responsablemente cuestionan y corrigen el establishment histórico, todavía muy impregnado con narrativas y actitudes de corte colonialista en lo que se refiere a nuestro pasado y presente indígena y africano. Creo que nuestros enfoques metodológicos ofrecen información muy robusta para enfrentar estos problemas desde la arqueología y la historia, pero se necesita hacer muchísimo más, sobre todo investigaciones colaborativas con mis compañeros afrodescendientes de diversas islas”.

Plantas alimenticias ancestrales del Caribe para el presente y el futuro

El nuevo cuerpo de datos obtenido por Pagán-Jiménez y Mickleburgh ayuda a solidificar las nuevas perspectivas que se han estado hilvanando en el Caribe en relación con la alimentación Amerindia y post-conquista europea. “Lo importante es saber que fue inicialmente desde las entrañas del Caribe que algunos investigadores locales comenzamos a cuestionar seriamente esas historias tan rígidas y sesgadas sobre las culturas culinarias de nuestra región. Y comenzamos a hacer esto con nuevos datos científicos, siempre validados por la academia occidental. Como resultado de esto y de otras investigaciones recientes sobre la historia de la alimentación en la región, ahora sabemos que el Caribe isleño entretejió su destino alimentario de muy variadas formas, y que fue el concierto de una multiplicidad de culturas y condiciones de existencia lo que contribuyó de manera protagónica a la gestación de esa diversidad y riqueza culinaria que todavía hoy nos caracteriza. Estas nuevas historias antiguas, y lo que estamos tratando de recuperar del olvido, del descuido y de la complacencia con lo que ya se había escrito, son también nuevas y muy poderosas formas de emancipación ideológica e intelectual en pleno siglo 21.”, apunta Pagán-Jiménez. Y es que, a juzgar por las historias más generalizadas que se tienen del Caribe, la región estableció y definió sus particularidades culturales, y su carácter multicultural, precisamente gracias a la obra colonizadora de las potencias europeas.

 

“Hemos visto que las prácticas culinarias en todo el Caribe Amerindio y Africano fueron muy dinámicas. Esos alimentos que hoy redescubrimos brindaron no solo certidumbre alimentaria a los habitantes del Caribe, sino también nuevas posibilidades de persistencia cultural y sobrevivencia durante uno de los periodos más álgidos de la dominación colonial. Por lo tanto, creemos que esos alimentos vegetales cuentan historias mucho más profundas de las islas y su gente que superan por mucho la simple visión que se tenía de los caribeños y sus cocinas tradicionales.”, sostiene Mickleburgh. Los nuevos capítulos de la historia que actualmente se reescriben en la región, y en los cuales también colaboran académicos de diversas partes del mundo que estudian el Caribe, podrían tener un impacto real en el presente y en el futuro alimentario de las islas. “Esas historias dan cuenta de un sinnúmero de estrategias que por miles de años utilizaron nuestros ancestros para sobrevivir en esta región tan asediada por las tormentas o huracanes cada vez más poderosos y devastadores. Si a esto le sumamos el avasallador sistema de mercado que impera en las islas – donde cada vez es más palpable la merma o la simple ausencia de soberanía alimentaria– es posible que algunas respuestas y soluciones para enfrentar estos problemas se encuentren precisamente en la propia historia alimentaria y culinaria de las islas. Parece que tenemos que mirar hacia nuestro pasado para, en cierto modo, “re-aprender” y construir así futuros alimentarios confiables y sensibles a nuestra milenaria idiosincrasia”, concluye Pagán-Jiménez.

 

Nota: Journal of Archaeological Research es una de las principales revistas científicas de arqueología y antropología a nivel internacional. Publica los más recientes resúmenes de investigación sobre una amplia gama de temas y áreas geográficas. Los artículos se enfocan en presentar el estado actual de la disciplina en relación con una región en particular, o un tópico o tema de investigación específico. Esta prestigiosa revista mejora el acceso al creciente cuerpo de información y literatura arqueológica mediante la publicación de artículos críticos originales. Los estudios que son publicados sobre un tema seleccionado cubren importantes trabajos de campo y nuevos descubrimientos, examinando críticamente la literatura reciente en el área de interés. Página web de la revista: https://www.springer.com/journal/10814

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